A veces viene bien tener un breve resumen de los principales atractivos de una ciudad. Hoy les cuento qué ver en Montréal, una ciudad que me pareció hermosa y genuina. En un país bilingüe, amé su mezcla de historia y diversidad. Sus calles adoquinadas en el casco antiguo, sus muelles sobre el ancho río San Lorenzo y cada uno de sus distritos, me encantaron.
La gente de Montréal presume bastante de su origen francés. Lo comprobé cuando hice la visita guiada a la Basílica Notre-Dame, y la señora que nos conducía me cuestionó mis conocimientos de francés. Pero si es a ellos a quienes no se les entiende nada cuando hablan! En realidad, en la ciudad reside gente de muchas nacionalidades y razas diferentes. Creo que la gran ciudad de la provincia de Quebec es de lo más cosmopolita que he visitado.
Entre los mejores lugares para visitar en Montréal está la colina del Mont Royal, el mirador por excelencia de la ciudad y quien le dio el nombre a la ciudad. Es muy entretenido subir disfrutando del parque y los bosques que circundan los senderos. El punto más alto excede los 200 metros y nos ofrece una primera vista general del centro de la urbe. Allí están los rascacielos, las casas antiguas y los campanarios de las iglesias. También se aprecian las islas en el San Lorenzo, que se construyeron para la Exposición Universal del ´67. El Parc Jean-Drapeau en la isla Saint-Helene es otro must-do.
Siguiendo el orden de mis recuerdos, podemos seguir paseando por el Vieux Montreal, el casco histórico y tan agradable. Las calles de adoquines, los rincones secretos, las casas con un estilo colonial exquisito, los restaurants y las boutiques, todo es una tentación. El paseo alrededor de la plaza Jacques-Cartier invita a detenerse, el recorrido es lento, muy propicio para disfrutarlo de punta a punta. Más allá el edificio del Marché Bonsecours es impactante. El mercado instalado en el edificio victoriano es uno de esos placeres de los que nunca me privo y que recomiendo.
Después, muy cerca de allí, la caminata nos conduce hacia el Vieux Port, el puerto antiguo, con las huellas de la transformación industrial y siglos de historia. En el paseo sobre la rivera conviven los muelles antiguos, los parques modernos muy frecuentados y la vieja Tour de l´Horloge con su playa que nos recuerda que el verano en Montréal se disfruta así. La atmósfera es de fiesta. Además, hay numerosos puestos de comida para llevar o para disfrutar en el lugar. Están quienes caminan, pasean en bicicleta o se reúnen en familia o amigos. Es muy agradable.
Vale la pena dar una vuelta por la Place des Arts. En ocasión de mi visita, la gran plaza era la sede de una fiesta y conciertos callejeros. Era la hora del famoso Festival Internacional de Jazz de Montréal. Allí también están los museos, centros comerciales y el acceso a la insólita al RESO, la ciudad subterránea. Los que vivimos en otros climas no comprendemos bien la existencia de una red como esta o la del PATH de Toronto. Pasa que los habitantes de Montréal deben recurrir a este mundo subterráneo cuando la nieve y el invierno los azotan durante meses.
Si de mercados se trata, les aconsejo visitar el Mercado Jean-Talon, el mercado de productos de las granjas locales. Allí descubrí la gracia de los perfumes y los sabores que vienen de lugares exóticos y lejanos, pero reunidos en un solo lugar. Ubicado en un barrio encantador, el que se conoce como «Little Italy», cerca de la Plaza de Dante, este mercado excelente es en realidad uno de los más antiguos mercados públicos de la ville québécoise. Desde 1933, lleva el nombre del primer alcalde de la Nouvelle-France.
Dentro de la lista de lo que hay que ver en Montréal les aconsejo no dejar de lado los barrios residenciales para conocer el verdadero estilo de vida de la ciudad. Al norte está Outremont, “más allá de la colina” que recomiendo recorrer para disfrutar de una arquitectura bastante afrancesada. Las casas no son altas, están rodeadas de jardines donde suelen estar depositados las bicicletas y los cochecitos de los niños como al descuido. Algunas tienen escaleras de colores con las que se accede a la primera planta.
Finalmente les dejo un distrito que conocí un poco por casualidad. Es el del parque alrededor del Canal de Lachine. Este canal sobre el río Saint-Laurent se convirtió en uno de los paseos más agradables. Como me encantan la naturaleza y los parques dentro de las ciudades, sentí que en ese lugar podía descubrir el verdadero espíritu de los habitantes de esta gran ciudad. Estos jardines responden a una pregunta que me hago a menudo: qué hacen los locales los fines de semana de primavera? Con casi 15 kilómetros de largo, el canal atraviesa la isla y se extiende entre el lago Saint-Louis y el Vieux-Port. Lugar de esparcimiento muy popular entre los habitantes, también está tomado por las canoas y las pequeñas embarcaciones que navegan rápido agua arriba. Otro dato en este distrito: el mercado Atwater. Vale la pena la visita.
Espero que este breve resumen de qué hacer y qué ver en Montréal sea de vuestro agrado y, por supuesto, de mucha utilidad a la hora de visitar la hermosa ciudad canadiense.
