Toronto calling. La ciudad me llama, y yo voy. Hace muy poco tiempo descubrí esta ciudad brillante, moderna, cosmopolita y cálida a pesar de que los inviernos tienen fama de insoportables. El trámite del visado fue más complicado que el que implica lograr la entrada a los Estados Unidos, algo bastante insólito, debo reconocerlo. Pero me encontré con una ciudad que impacta tanto por su arquitectura como por su gente, sus distritos, los museos y la gastronomía.
Toronto parece estallar en miles de fuegos artificiales desde lo alto del observatorio de la CN Tower, pero también te atrapan el ROM, el famoso Royal Ontario Museum y los paseos por el Kensington Market.
Brilla en miles de estrellas cuando te descubres, de pronto, bajo los cristales de la Allen Lambert Gallery saliendo del PATH, la pintoresca ciudad subterránea, un recorrido que merece le dedique un artículo.
La ciudad toca nuestros corazones de niños en el fabuloso Ripley´s Aquariums, un lugar absolutamente mágico.
Es una ciudad joven en sus barrios tendencia, como el que vemos aquí arriba, el antiguo Distillery Historic District.
Nos habla también a través de sus muros. Hay hermosas obras de arte callejero por todas partes.
La capital también se transforma en una tentación para los gourmets en el St. Lawrence Market.
Toronto comparte la frescura de sus jardines públicos, como es el caso del enorme High Park. a pasos del cual tuve la suerte de alojarme.
Toronto calling.
The city was calling me.