Les cuento cómo llegué a la Tour de l´Horloge en Montréal. Estábamos pasando uno de los inviernos más fríos que recordara, de mi vida adulta, en Argentina. Por eso, el barco imaginario de mi blog de viajes puso la proa hacia otras latitudes. Mientras las últimas hojas caían de los árboles, me dispuse a recordar alguno de los destinos más bonitos que visité en esta misma época, pero ubicado en el hemisferio norte. Me detuve en Montréal, una ciudad que bien merece ser una opción.
Cuando repaso y elijo las fotografías, de pronto aparecen las de la «Tour de l´Horloge», la torre del reloj iluminada por el sol, suerte de símbolo del Vieux Port, el antiguo puerto de Montréal. Ella se levanta orgullosa a la entrada, al mismo tiempo que nos señala la hora, por supuesto. Y es como un faro, es monumental.
En efecto, con una altura de más de 40 metros, la torre está equipada de una luminaria potente ya que, en el pasado, era el faro que guiaba a las embarcaciones que entraban en el puerto de Montréal.
El puerto es un lugar con mucha historia, la de los obreros y de la posterior transformación en una zona industrial. Pero que en la actualidad está habitado por parques, centros comerciales y lugares de esparcimiento. Todo gracias a una buena reconversion de los viejos muelles, manteniendo sabiamente las estructuras, logrando una fusión extraordinaria.
Entonces, aquéllos que se atreven a subir los casi 200 escalones en el interior de la estructura hasta llegar al campanario, pueden disfrutar de la vista sobre el Vieux-Port, el Parque Jean-Drapeau, la isla y el río Saint-Laurent, el caudaloso San Lorenzo, precisamente es hacia este río hacia donde mira la ciudad. Un bonito paisaje.
Yo, en cambio, preferí hacer un «paseo panorámico» en los muelles. A los pies de la torre se descubre una pequeña playa muy bien instalada. Se trata de la Plage de l’Horloge, un lugar encantador. El pequeño puerto deportivo, la arena de la playa, las reposeras y las sombrillas invitan a detenerse un buen tiempo en el corazón de la ciudad.
Debido a que el clima era propicio, a esa hora empezaba a llegar la gente a ocupar los mejores lugares. El paisaje, el entorno, son muy lindos.
Debido a que el clima era propicio, a esa hora empezaba a llegar la gente a ocupar los mejores lugares. El paisaje, el entorno, son muy lindos.
En los buenos días del verano, los viejos muelles alrededor de la tour de l´Horloge, la torre y sus alrededores, hacen de este lugar de la ciudad uno de los más agradables, próximos a lo que se considera el Montréal histórico.