¿Qué otra cosa más enriquecedora puede haber que viajar? ¿Acaso uno no se vuelve diferente después de cada viaje, por más corto que sea?
Quizás sea una excelente manera de crecer y madurar…
Viajar es sin dudas una de las mejores experiencias de la vida.
Recuerdo que mi madre nunca había salido del país. En su época, recorrer el mundo no era frecuente. Estaba reservado a sectores más acomodados. Sin embargo, junto con mi padre, pasaron por muchos hermosos lugares de Argentina. Habían viajado de norte a sur. En el todopoderoso auto Unión, al que mi padre amaba, se habían atrevido a “escalar” montañas cordobesas y mendocinas. Los escarpados caminos de cornisa no emocionaban precisamente a mamá, sobretodo esos “de mano única” en los que había que decidir: o se subía, o se bajaba.
Mamá tenía la particular costumbre de hablar hilvanando dichos populares.
Por caso, papá también abrevaba en su filosofía. En las rutas solía detenerse a comer donde lo hacían los camioneros. Decía que eran los mejores lugares: si estaba lleno de camiones, ahí se comía de lo mejor.
Tiempo después, cuando por fin me llegó el tiempo de viajar, comprendí mejor el significado del consejo de mamá.
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Lo mío nunca fueron los tours del tipo «todo-armado-desde-Rosario».
Elijo preguntar a la gente, imitar. Desplegando los mapas junto con mi marido, experto en esos menesteres, descubrimos circuitos no turísticos mucho más interesantes. Y así llegamos a conocer verdaderamente los sitios donde vive su vida cotidiana la gente de cada lugar.
Y me encanta sentirme turista en mi propia ciudad.
Ver mi lugar con ojos nuevos.
Descubrir, apreciar, admirar… valorar al fin y al cabo.
Leo tu post y parece que esta escrito por mi, hago lo mismo en los viajes, guia, mapa, autobus, metro…. me mezclo con la gente, huyo de los lugares turisticos. Enhorabuena por tu blog, le he descubierto porque viajare al dia 6 a Roma y busco experiencias vividas en la ciudad por otros. Saludos desde Madrid-España.
http://www.clauter.blogspot.com