Hola mis lectores. Hoy vengo a compartir algunas reflexiones viajeras. Estoy aquí, instalada en Rosario, de nuevo mi querida ciudad, en Argentina, en medio de un otoño hermoso que se adivina pero que no termina de instalarse. No es una despedida. Tampoco un artículo sobre mis últimos viajes a Ushuaia y a Río – van a tener que esperar un poco – Durante estos últimos meses he viajado mucho. Y me preparo para, pronto, partir otra vez. Admito que viajar es maravilloso pero que, a menudo, nos invade una cierta fatiga, una necesidad de permanecer algo más de tiempo en casa. Será tal vez porque empecé a viajar un poco tarde – hoy los jóvenes levantan vuelo como si tal cosa – y a cada regreso cuesta reponerse y recobrar las fuerzas.
Vuelvo un rato porque muchos de mis seguidores me preguntan también por mi blog. Han notado que escribo cada vez menos en él. Mantengo más a menudo actualizado mi blog en francés.
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Primeras reflexiones viajeras
Pasa que llevar no uno, sino dos blogs de viajes lleva bastante tiempo. Los que me conocen saben que esta pasión de bloguear y compartir en mis sitios comenzó siendo un hobby que me atrapó y fue más allá.Pero ser un travel-blogger tiene sus altibajos. No cuento con sponsors para mis viajes. Siempre me los he «bancado» yo. Nunca participé de tests ni de ningún blogtrip o similar. No son muy frecuentes en Argentina. Sólo una vez me invitaron y no pude asistir porque estaba de viaje. Nunca me volvieron a convocar. Nunca fui una star dentro del grupo selecto de bloggers en español. A decir verdad, nunca me dieron un espacio ni acá en Argentina ni en España. O no me lo supe ganar. Admito que tal vez mi blog no merecía encontrarse dentro de un «grupo selecto». Mi blog es uno pequeño, sencillo, escrito con el corazón en la «tan rechazada plataforma Blogger«. Según las estadísticas no tengo una cantidad de visitas que deslumbre a las empresas que anuncian. Tampoco los artículos desbordan de comentarios. Sí me llegan preguntas a mi correo personal. Me hablan de que es difícil agregar comentarios en la plataforma. Mis artículos figuran en las búsquedas.
Consultas y conclusiones
Recibo muchas consultas de viajeros que me conocen por el blog. En lo que hace a mi ciudad, Rosario, no he tenido ninguna repercusión para la Secretaría de Turismo Municipal. Nunca me convocaron para nada. Tampoco las agencias de turismo locales. Nunca acepté que nadie escriba en el blog. Me lo pidieron mil veces pero yo dejé bien en claro que sólo lo hago yo. El PageRank de mi página? Lo desconozco. Conclusión de estas primeras reflexiones viajeras: mi blog es como mi diario de viajes, hecho a pulmón, con mis propios recursos, sólo por el placer de escribir, de compartir, acompañado de mis fotos y de mis experiencias. Cuento sobre lo que descubro, lo que disfruto, lo que me parece de calidad y que merece ser encontrado por otros viajeros.
Competencia de bloggers por el mundo
Pero dentro de la blogosfera a la que te acercan las redes sociales a menudo tuve ganas de relacionarme con otros bloggers. En Argentina no hay muchos blogs de viajes en comparación con los de Europa o Estados Unidos. El más lindo es el blog de una joven viajera que es más bien una gran escritora. Podría escribir tanto sobre viajes como sobre muchos otros temas. Pero casi nunca tuve contacto con ella. En general, ella recibe comentarios pero me parece que no interacciona con sus lectores. En mi opinión, siempre me pareció que, de alguna manera, los «líderes» del sector (algunos bloggers auto proclamados referentes aquí o allá, otros señalados como tales por tener buenos sponsors y haber publicado algún libro y otros consagrados así por su entorno) me recelaban un poco. Por qué? A un blog tan pequeño como el mío? Nunca lo supe a ciencia cierta.
Algunos ejemplos de estas reflexiones viajeras
Pero tengo un par de ejemplos. Una vez, una blogger española, co-editora de un sitio de viajes comunitario – a la que todos conocen, que es argentina, o sea, que ni siquiera es española (sí, ella) – me llegó a cuestionar la publicación de comentarios en sus sitios o mis fotos en Google+. Con una dosis de mezquindad y bastante descortesía pretendía que los comentarios de los lectores a sus paupérrimos artículos «agregaran algo» a los mismos. De lo contrario, prefería no publicarlos. Además, consideraba que las fotos que yo publicaba eran como un spam para su correo. Yo no había yo tenido en cuenta que cada vez que publicaba fotos, Google le enviaba un mail a su «tan nutrida» casilla de correo, cosa que yo ignoraba. O.M.G.! Le cayó re-mal recibir imágenes de Nueva York en verano. De más está decir que la borré al instante de todos mis contactos posibles en redes sociales. Mejor tenerla lejos.
En otra ocasión, durante un evento al que asistí en Buenos Aires, el TravelCamp, otro supuesto «gurú de viajes» dio su exposición al final y, en vez de hablar sobre lo que todos esperaban – la monetización de los blogs – se despachó con una crítica destinada «a los que escriben en sus blogs en otro idioma, inglés o francés» – o sea… a alguien como yo. Tal vez fue paranoia. Pero, todo esto que les cuento, pasó efectivamente.
Seguir escribiendo sobre viajes a pesar de los inconvenientes que encuentro en el camino
Todos estos desencuentros explican de alguna manera la falta de motivación para seguir con los dos blogs … y , los viajes, explican la falta de tiempo. También, encuentro que es difícil publicar durante un viaje – a veces suelo publicar fotos en mi cuenta de Facebook sólamente – y más aún cuesta dejar redactados artículos con anticipación para mantener vivo al blog durante mi ausencia.
Es por eso que declaro me ha llegado el «tiempo de ser menos blogger pero más viajera»
Es tiempo de viajar. Decido mantener pero con menor frecuencia el blog que escribo en francés que me ha traído enormes satisfacciones y, en la medida de lo posible, iré agregando novedades en este blog si el tiempo me lo permite. La decisión se fue gestando durante el año pasado, el 2014.