El Café Central de Viena es un must do. Ubicado en el Palacio Ferstel, este elegante café era «EL» lugar que elegía la sociedad intelectual vienesa a inicios del siglo XX. Les propongo hacer el ejercicio de cerrar los ojos mientras esperan que llegue vuestro café vienés aromatizado con licor. Creerán ver llegar a uno de los clientes más asiduos, un tal Sigmund Freud o a la cliente top, la emperatriz Sissi, siempre delgada, bella, elegante.
Café Central de Viena, elegante desde su interior
Estuve en el Café Central de Viena en dos oportunidades. En una para almorzar, en la otra para combatir el frío disfrutando de un café caliente bien acompañado de una porción de torta de chocolate. Un clásico. Ubicado en pleno centro, el café tiene una larga historia de cambios. A fines de la Segunda Guerra Mundial tuvo que cerrar sus puertas. Luego, el edificio fue renovado. No obstante ello, el ambiente parece ser el mismo que tenía en la época de oro: agradable y elegante. Sobre la mayor parte de los muros hay cuadros que retratan al emperador Francisco José y a la emperatriz Isabel, conocida como Sissi.
Todo delicioso, sobre todo la Sachertorte
En el Café Central de Viena recomiendo probar el tradicional plato de goulash con gnocchis, el delicioso cordero en salsa o el salmón con legumbres. Todo puede ser acompañado de una cerveza bien fresca. A la hora del postre, la decisión se complica. Mis fotos lo atestiguan. Pueden degustar la tradicional Sachertorte o Torta Sacher, el postre preferido de la emperatriz, o un apfelstrudel tibio. Ambos son exquisitos.
Tomar el té como Freud
De todos modos, en cuanto a los postres, la variedad es sorprendente. Pero esto es lo normal: el Café Central es famoso por la pastelería vienesa clásica. A la hora del té, se puede reemplazar muy bien el café o el té por una taza de chocolate vienés, el mismo que amaba Freud.
Excelente atmósfera
La atmósfera que se respira en el Café Central es muy acogedora. Se puede elegir entre degustar el postre escuchando el piano o leyendo los diarios que están bien dispuestos cerca de la entrada. Música y lectura, un verdadero placer, sobre todo en esos días fríos tan frecuentes en Viena, una ciudad monumental.
En cada rincón se destaca la luz natural que entra por las ventanas del salón. En cuanto a la decoración, el estilo vienés se dibuja sobre las exquisitas banquetas de terciopelo o sobre el parquet encerado. Es el marco perfecto para un desayuno clásico. Aún la vajilla y los cubiertos son encantadores. Un se cree instalado en otro siglo.
A la entrada está estatua de un cliente fiel con simpáticos bigotes. Nos dicen que representa a un poeta. De todos modos, está sentado allí para darnos la bienvenida. A la salida, le eché una última mirada al imponente salón y antes de cerrar la puerta se lee el saludo «Auf Wiedersehen»
Vivan los cafés, aquí o en cualquier otra parte del mundo. Lugares siempre acogedores, donde es tan fácil pasar el tiempo abrigados y al son de valses, los cafés que nos señalan después de los siglos la historia y la vida cultural y social de una ciudad como Viena.
Y les agrego una visita a un lugar insólito: la casa de las mariposas, a pasos de la Ópera y el Museo Albertina. Una pequeña maravilla.
Café Central
Palais Ferstel
Strauchgasse 4,
1010 Wien, Viena, Austria
Cómo llegamos?
Hermoso Mami! Puedo imaginar a Sigmund allí, más que presente. Te amo! Naty