El antiguo Cementerio de La Recoleta es uno de los rincones de Buenos Aires más visitados por el turismo internacional. Ubicado en el corazón de un barrio tradicional y distinguido, no tiene nada que envidiarle a otros del mundo, como el Cimetière du Père Lachaise en París por ejemplo. Recorrerlo de punta a punta despierta un gran interés. A primera vista resulta increíble. Sin embargo, los cementerios conjugan arte, historia, arquitectura y leyendas en un solo lugar. La elaborada construcción de los mausoleos y el enorme valor histórico, convirtieron a este cementerio en uno de los sitios más atractivos de la Ciudad Autónoma. En un predio de casi cinco hectáreas, el recorrido por las avenidas arboladas, los panteones y los senderos puede decirse que resume la historia del país. Un sinnúmero de familias aristocráticas y distinguidas están representadas en esos viejos sepulcros que ya casi nadie de sus parientes visita. Además están las tumbas de personas absolutamente desconocidas para el público en general. Ellos transitaron también la ciudad capital y ayudaron a construir esta tierra tan complicada y amada.
Las visitas guiadas son muy útiles. Pero es posible comprar simplemente un plano con la distribución del cementerio y encarar así el recorrido que cada uno prefiera hacer. A mi me gustó caminar por allí un domingo a mi ritmo. Fui pasando delante de las sepulturas de muchas personalidades, tales como presidentes, músicos, artistas, escritores y militares. Curioseaba las tumbas de dueños de apellidos célebres, coloniales y aún otros contemporáneos. No es extraño encontrar entre ellas el nombre de las que hoy son calles de la ciudad. A mi alrededor escuchaba hablar otros idiomas. Incluso encontré gente que preguntaba por la tumba de Eva Duarte. Debo decir que es sencilla, para nada monumental, y está decorada con flores artificiales. Debe ser una de las más buscadas por los turistas extranjeros. Otro de los mausoleos más requeridos es el del Presidente Raúl Alfonsín, el primero que tuvimos después de recuperar la democracia en 1983. Alfonsín fue una persona honesta, muy querida y respetada aún hoy en día. En mi humilde opinión, es el sinónimo de democracia y de defensa de los derechos humanos en Argentina.
Cómo llegar: