De todas las veces que estuve en Roma, nunca me había pasado de estar una noche en los foros imperiales. Y no era una noche cualquiera, era una con luna llena. Ésta fue la ocasión de verla levantarse entre las poderosas ruinas del imperio.
El clima era propicio, también el efecto del jet-lag, ese que eleva la adrenalina, tanto que no se registra casi el cansancio del largo viaje. Allí estaba, rodeada del antiguo Forum Magnum, el que fuera el verdadero centro de la vida romana en la época republicana.
Ese terreno repleto de piedras vetustas, de columnas ruinosas pero orgullosas, invitaba a soñar.
No era por nada. Se trata del mismo suelo donde se asentaron siglos de historia del mundo.
Caminé tranquila entre esos monumentos destruidos por el paso de los tiempos.
Crucé un puente sobre ellos e imaginé una noche cualquiera en la Roma reina del imperio, grande y poderosa, en el lugar en el que la vida pública de los romanos se desarrollaba. Lo que había a mi alrededor tenía para ellos el sabor de lo cotidiano.
La iluminación delicada ponía de manifiesto las siluetas de los edificios y los monumentos. Era un paisaje desolado, pero allí estábamos todos los visitantes, curiosos y ávidos de grandeza.
Como en una ensoñación, el Forum se presenta como un lugar impresionante, singular.
Especie de cuadro animado donde tratamos de adivinar los misterios de esas columnas y de esas piedras.
Roma tiene esa mezcla de épocas, y el Foro es sin dudas la parte más arcaica de la ciudad eterna, es el sitio en donde fue fundada. La luna iluminaba el lugar donde la vida pasaba. Es la postal perfecta de Roma junto con la del Colliseum.
Los Foros Imperiales constituyen un monumento imponente, la luna apenas nublada, el marco perfecto y delicado para una primera noche en Roma: espectacular.