Era mi primera visita a París. Apasionada por la fotografía, la ciudad me atrapó de un modo inesperado. O tal vez, no tanto, como a todos los que la visitaron alguna vez. Pero recorrerla es otra cosa muy distinta que escuchar hablar de ella o verla en las pantallas de cine. Los paisajes, la gente, las calles… Todo era impresionante. Paris es un lugar mítico, de ensueño. Ciudad única y cautivante. Misteriosa, fascinante, antigua.
Entonces, Paris, yo y mi cámara comenzamos una especie de idilio que al día de hoy no termina.
El tour comienza al pasar por los magníficos jardines del Palais Royal. Sus árboles cortados con esmero. Increíbles.
Conocí el soberbio Hôtel Lutetia y conocer la historia de su participación durante la guerra, al alojar a los rescatados de los campos de concentración nazi en el año 1945.
Le sonreía a los perritos que paseaban con sus dueños, más presentes y admitidos en París… que los niños.
Observé el trabajo de los pintores, admirando sus creaciones en la Place du Tertre, en el legendario quartier de Montmartre.
Miré y admiré esos techos vidriados y elegantes, en todos sus detalles, en las maravillosas Galeries Lafayette.
Me sorprendí con la enorme publicidad en forma de baúl, ubicada sobre la vereda de Cartier, anunciando que le local se mudaría … a sólo 100 metros.
Descubrí las solemnes togas de jueces y abogados parisinos en un local, casi frente a los tribunales.
Me divertí viendo el paso de la gente en rollers, de todas las edades, un domingo detrás del Hôtel de Ville.
Observé discretamente la pareja «hombre joven + su perro» mientras escuchaban un concierto callejero, sobre el Puente Bir Hakeim, sobre el Sena
Me emocioné descubriendo desde los Champs de Mars, el ícono de Paris: la Tour Eiffel. Y me enamoré para siempre de la ciudad
Me divertí mucho admirando el equilibrio demostrado por un hombre, aún durmiendo, en plena rue Faubourg Saint Honorée…
Tomé una fotografía nocturna del Arc de Triomphe desde la parte media, cruzando los Champs Elysées.
Observé a los chicos de un colegio, durante la visita al Musée de l´Armée, en Invalides, cosa que me hizo pensar en mis hijas en Argentina
Encontré la Tour de Montparnasse, un edificio totalmente fuera de lugar dentro del paisaje haussmaniano parisino.
Me encantó conocer esa manera tan particular de instalarse en los cafés que tienen los parisinos, mirando y siendo mirados.
Casi no pude cree la presencia de un automóvil muy parecido al de Batman, pero en el local de Renault Champs Elysées…
Vi a unos caballeros jugar tranquilamente a la «pétanque» (bochas) en medio de los Jardines de las Tuileries…