Las ruinas mayas de Tulum están en un lugar soñado: en la península de Yucatán, en México. La Riviera Maya está habitada por el mar color turquesa y por el cielo azul la mayor parte del tiempo. Después está el agua tibia que baña sus playas maravillosas, playas de arena suave y blanca en la que da gusto hundir los pies. Es como un rincón del paraíso, para ser más concreta. Se entiende?
Tulum no es sólo cuestión de hoteles lujosos, de broncearse tranquilamente sobre la reposera (o tumbona, como le dicen por aquí), de pasear al amanecer o de tomar tequilas al atardecer. Tulum es al mismo tiempo un lugar lleno de historia, el nombre de una antigua ciudad maya. Aquí encontrarán un sitio arqueológico verdaderamente extraordinario, en especial por el templo emplazado sobre el barranco, como recibiendo a los navíos ahora fantasma, justo frente al Mar Caribe.
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Dado que mi
hotel estaba situado a sólo 20 kilómetros de la vieja
ciudad fortificada llegamos muy temprano, los primeros en realidad. Lo cual fue muy bueno y práctico. Las
ruinas mayas de Tulum son uno de los lugares más visitados de la
Riviera Maya. El guía – les aviso que son numerosos y regulares – nos acompañó durante la primera hora de la visita. Luego uno puede seguir el paseo entre
murallas y
rocas. Los lagartos corretean de aquí para allá. La temporada no era propicia para descender justo sobre la
playa, conocida por se una de las más bellas del mundo. Una pena, pero de todos modos pudimos apreciarla desde lo alto. La vista es preciosa.
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La renombrada ciudad maya era tal como la imaginé: un pueblo antiguo digno de una postal.El conjunto hecho de muros grises, el cielo azul y la vegetación exuberante eran el marco perfecto de un paisaje increíble. Qué privilegio tenía el pueblo maya que habitaba este lugar. Así nos lo relataron como también nos señalaban los lugares exactos en los que la luz del sol se filtraba marcando los equinoccios y los solsticios. Cuánta belleza.
Las otras ruinas famosas, tales como Chichen-Itza, Cobá o las de Uxmal, no las he visitado todavía, pero como son interiores, no creo que se precien de un entorno como las de Tulum.
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Mientras hacíamos el recorrido entre los restos de edificios y monumentos, el guía relataba la historia del
pueblo maya. Nos habló de la cultura, de sus conocimientos avanzados, de las clases sociales que vivían en los distintos distritos de la villa y también de sus creencias. Juntos pudimos imaginar cómo eran las casas más elegantes ubicadas en espacios más aventajados, en especial cerca de los acantilados, sobre la parte más bonita, justo frente al mar. Ellas pertenecían a las clases acomodadas y a la burguesía, por supuesto. El
pueblo vivía mucho más lejos. Después, el guía fue señalando la ubicación de los
templos, los sitios precisos donde aparecía la luz del sol en verano y en invierno. Así nos habló de las estaciones y el valor que se les daba, de la posición de los astros y del
calendario. Los
mayas eran grandes astrónomos. Al fin, nos habló de algo escalofriante: de los
sacrificios humanos.
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Luego, dimos un largo paseo a nuestro aire, como dicen los españoles. Caminamos al lado de los templos, de los pilares y a lo largo de las murallas, las mismas que protegían la ciudad de las posibles invasiones venidas del mar. Me encantó descubrir por aquí y por allá a esos pequeños lagartos – observen la foto aquí arriba – tomando sol como si nada, ignorando la presencia de los visitantes. Después, está la increíble vegetación. Como una suerte de testigo de los vestigios que dejó este antiguo pueblo, las palmeras permanecen de pie. El paisaje del mar por detrás de las ruinas es sublime, un marco perfecto. Mi cámara no se detenía.
Les aconsejo visitar el sitio arqueológico de las ruinas mayas de Tulum. Se van a deleitar con un panorama de una belleza incomparable. La dosis justa entre naturaleza e historia. Un lugar único.