Acabo de descubrir Milán, la perla de la región de la Lombardía, ubicada al norte de Italia. Allí comenzó el road-trip que organicé por el país de mis abuelos. El vuelo nos depositaba desde Rosario, y en unos días sacábamos el automóvil en dirección hacia la Liguria, las Cinqueterre y la región Toscana. Eso para empezar.
Milano se presentó como una ciudad pujante, elegante, relacionada absolutamente con el universo del diseño, una capital capaz de atraer tanto a los amantes de la moda y las nuevas tendencias como a los de la cultura. Las principales atracciones son fáciles de abordar a pie o con un simple traslado en metro. Un lugar te lleva al otro, muchas veces dejándonos llevar por el instinto viajero. Ciudad moderna, luminosa y encantadora, Milán ofrece muchas opciones a los visitantes que llegan desde los cuatro puntos cardinales. O desde la lejana Argentina.
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Si dices
Milán, de inmediato piensas en su catedral gótica. La imagen inolvidable del
Duomo de Milano apareció ni bien subí los escalones de la estación del metro en la
Piazza del Duomo. Había sido cuestión de dejar el equipaje en el hotel y salir a recorrer la ciudad la noche misma de la llegada. Ese edificio maravilloso, símbolo de la ciudad, tiene una fachada hecha de mármol que merece ser vista de noche. A la mañana siguiente, también.
Durante mi estadía, había trabajos en la plaza por lo que era difícil apreciar el monumento como se debe, tener una perspectiva completa de su tamaño, alejándome de la entrada principal. Fue así que me dije, como lo hago siempre cuando tengo algún inconveniente de este tipo, «volveré». Me encantó.
Si hablamos de monumentos en
Milano, de iconos de la arquitectura y de la ciudad
, cómo no mencionar a la
Galería Vittorio-Emmanuele II. Ubicada muy cerca del
Duomo y de la plaza, la majestuosa galería cubierta en forma de cruz es una obra de arte que alberga boutiques de renombre y restaurants y cafés de lo más
chic. Los locales comerciales son top. Los mosaicos son una maravilla. La bóveda vidriada es extraordinaria. Imposible ahorrar elogios.
La visité tanto de noche como de día. Fueron casi dos experiencias distintas. A una cierta hora de la noche, el lugar se vuelve tranquilo. Es posible recorrer las galerías y ver los detalles de una arquitectura sorprendente. De día el ambiente es otro. Es un lugar muy concurrido. Pero la luz que se filtra por las vidrieras es todo un espectáculo.
Saliendo de la
Galería Vittorio-Emmanuele II descubrí otra celebridad: la
Piazza della Scala y el
Teatro della Scala. La «Scala de Milán» es una de las óperas más importantes del mundo. Me sorprendió ya que imaginaba un edificio más grande, como el del
Opéra Garnier de París. La
Piazza della Scala es un lugar encantador. Todos parecen llegar hacia el mediodía y encuentran un lugar bajo el sol. A algunos pasos de ahí el ruido del tranvía nos transporta en el tiempo, a una de esas noches de gala, al estreno de la ópera.
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Otro de los lugares imperdibles de
Milán es el
Parco Sempione. Ese hermoso parque a la inglesa ubicado junto al
Castello Sforzesco o
Castillo de los Sforza, data del siglo XIV. En un día de sol dí un largo paseo por los senderos ondulantes, crucé el lago y me senté sobre el césped para hacer un almuerzo tardío, tal y como lo hacían los milaneses. Fue un verdadero placer encontrar ese lugar para descansar y tomar algunas fotos. Adoré el arco monumental de las victorias de Napoléon, conocido como el
Arco de la Paz, que se parece mucho a los que encontré en las
Tullerías de
París o en los jardines del
Palacio de Schönbrunn en
Viena.
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De todos los distritos de Milano, me encantó Navigli. Es un barrio histórico pero al mismo tiempo moderno, un lugar de encuentro, apreciado por los jóvenes y los artistas. La tendencia marca que la cosa pasa por ahí. Ubicado a lo largo de los antiguos canales de Milán, al sur de la ciudad, el área tiene un conjunto de pequeños restaurants y cafés con terrazas. Ideal hacerle una visita al atardecer, a la hora del aperitivo o de la cena. La atmósfera nocturna de los Navigli es muy agradable.
Milán, la que se conoce como «capital del norte», ciudad efervescente, también la capital de la elegancia a la italiana, me encantó.
Cómo llegar al corazón de Milán: la Piazza y el Duomo