
Les acerco uno de los mejores planes viajeros: pasar 36 horas en Nueva York. Estoy de vuelta y recorto esas horas de otras muchas más que pasé este mes de noviembre por allá, entre la tradicional fiesta de Halloween, la de Acción de Gracias y las iluminaciones previas a la Navidad. Se entiende: sólo un día y medio en New York no es en absoluto tiempo suficiente. Pero mientras paseaba y recorría en lo que fue, para la primera semana, una primavera insólita en medio del otoño y, para la segunda, el clima gélido que es de esperar, me dije que tenía que armar un plan-para-36-horas. Ese tiempo es el de una escapada ideal para tocar algunos puntos emblemáticos. O el de una escala entre dos destinos, para una visita relámpago en la cual visitar los must-see de la Gran Manzana.

Por qué 36 horas?
Es todo un desafío. Si sólo tenemos estas preciosas
36 horas en Nueva York, hay que ser creativos y hacer un esfuerzo para disfrutar como hasta el último minuto de la estadía. Mi secreto? Tener un plan, un mínimo de organización, porque el resultado vale bien la pena. Nunca lo hice ni tampoco me agradan los consejos del tipo «hacer-20-cosas-por-día». Elijo tomarme mi tiempo, saborear cada rincón del recorrido que armo, construir un cuidados álbum de recuerdos cuando me detengo para comer algo mientras me pongo en el lugar de los locales. No hay nada más lindo que capturar la atmósfera de una gran ciudad.
Me siguen?
Entonces les cuento. En primer lugar les recomiendo aprovechar de la experiencia de alguna de las tantas vistas panorámica de la ciudad mientras ella se extiende a tus pies. Esta vez elegí subir The Summit, el mirador instalado entre los pisos 57 y 59 del moderno edificio One Vanderbilt, a pasos de la Grand Terminal Station, en, como su nombre lo indica, en 1 Vanderbilt Avenue. Es la sensación porque es el punto más alto en su tipo del centro de Nueva York. Tiene muchas atracciones adicionales en su interior, tanto que no se parece a ningún otro de la ciudad. Incluso es posible observar la skyline 360° en el exterior y subir otro ascensor a la verdadera cima. Los tickets no son baratos, hay algunos detalles desorganizados pero, en cuanto al espectáculo, vale bien la pena.
Tradicional pero…
Otro de los lugares a los que voy sí o sí es al Central Park. Donde sea que entres, de norte a sur, este a oeste, es el vistazo perfecto de vida en una ciudad como Manhattan. El más famoso pulmón verde del mundo tiene una lista de rincones extraordinarios, jardines interiores, dos museos únicos dentro y un tercero enfrente. Hay espacios de entretenimiento para todos los gustos. En esta oportunidad me tocó ver los últimos momentos del célebre Marathon de Nueva York y conocer el Wallman Rink, la famosa pista de patinaje, ubicada muy cerca del zoo. A esa altura del mes, ya habían abierto varias pistas, como la del Rockefeller Center y la de Bryant Park en su Winter Village. El espectáculo es muy divertido, porque hay tanto expertos patinando como aprendices.
Más y más
Esta vez, me detuve a cenar temprano – ya que oscurece cerca de las 17hs. – en Nom Wah Tea Parlor, uno de los mejores lugares de Chinatown. Está sobre
Doyers Street, un corredor entre Mott St. Bayard St. y Pell St, un callejón con mucha historia. Recomiendo armarse de paciencia ya que siempre hay que esperar un buen rato. Mientras tanto, se puede elegir entre las berenjenas rellenas de pescado, el arroz con huevo y camarones y la variedad de dumplings.
Y si hablamos de los distritos, nunca me pierdo una vuelta por el
SoHo. Cualquier escapada a Manhattan debe incluir el paseo por
«South-of-Houston». Moderno y
trendy, alberga los
cast iron buildings, esos edificios pintorescos, tan neoyorquinos y bien cuidados, calles especiales que atraviesan la Broadway, y tantas sucursales de las mejores boutiques. Es universo perfecto entre lo gourmand, lo cosmopolita y lo urbano-lujoso al mismo tiempo.
Y, aunque sólo sean
36 horas en Nueva York no dejo de pasear por
The High Line, la antigua vía férrea abandonada, que se transformó en jardín elevado y una manera pintoresca de intervenir ciertos espacios ganados al
Meatpacking District. El novedoso extremo del circuito desemboca en el gran proyecto inmobiliario conocido como
Hudson Yards, con un centro comercial muy exclusivo. También sigue presente
The Vessel, la estructura de escaleras que no llevan a ninguna parte a la que, por razones de seguridad, ya no se puede subir. La acción de gente enferma hizo que ya no se pudiera disfrutar de ese panorama sobre el
Hudson River y los alrededores.
No todo es museos
En esta ocasión le di un lugar a la
New York Public Library, a cuyas muestras se puede acceder de forma totalmente gratuita. La
Polonsky Exhibition nos acercaba los tesoros que la biblioteca ha guardado por más de 125 años. Tuve frente a mi objetos extraordinarios del legado del conocimiento. Una colección realmente imperdible.
Volver a lo conocido
Si los días son tan hermosos como los que me tocaron a mi, no dejen de pasar por Little Island, un pequeño parque que parece flotar realmente sobre Hudson River. Está a la altura del Meatpacking District y Chelsea, y se puede bajar a continuación del paseo por The High Line. Es lindísimo. Diseñado al detalle, tiene senderos serpenteantes que suben por colinas y llegan a miradores estratégicos, entre los cuales el mejor es el que nos muestra la línea de edificios del Downtown y el distrito financiero.
Y aquí termino la selección. Nueva York es una ciudad tan completa y sorprendente que me permite armar y desarmar estos breves recorridos que se transforman en una experiencias maravillosas.
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