Existen paisajes extraordinarios en el mundo. Uno de ellos fue el que conocí en la Patagonia Sur de Chile. Atravesé, a bordo de un crucero, una amplia vía que forma parte del Canal de Beagle. Paredes de hielo y lenguas gigantescas se deslizan hacia las aguas. La mirada se posa, incrédula, sobre los protagonistas de esta Avenida de los Glaciares. Cuesta bastante asimilar tanta belleza natural. El cuadro desbordaba la imaginación de los viajeros del Vía Australis. Habíamos embarcado en Ushuaia pensando que lo máximo sería alcanzar el Cabo de Hornos. Pero, mientras la embarcación se deslizaba lentamente, comprendimos que este espectáculo competía con justicia en grandeza.
Esas moles de la Patagonia Sur de Chile
Los glaciares de la Patagonia Sur de Chile provienen del campo de hielo Darwin. Charles Darwin, científico que llegó a Argentina en su recorrido por el mundo, merece que alguno de estos lugares excepcionales lleve su nombre. Pero toda esta región no fue visitada sólo por este famoso naturalista. Muchos europeos exploraron esta geografía, dibujaron sus primeros planos y, por ello, el nombre de sus países de origen fue dado a estas montañas y hielos eternos. Me refiero a Francia, Alemania, Italia, España y los Países Bajos.
Una fiesta en la Avenida de los Glaciares
El momento de cruzar la Avenida de los Glaciares fue una verdadera fiesta. Tanto para disfrutar del panorama que nos rodeaba sino también para conocer mejor la gastronomía de los países europeos que homenajeaban las aguas. Los ventisqueros brillaban a pesar del cielo plomizo, cada uno con su fisonomía particular. Al abrigo del frío, los aventureros del Vía Australis nos instalamos cómodos dentro del salón comedor. Los ventanales panorámicos revelaban el paisaje admirable mientras sonaba la música tradicional de esas tierras lejanas. Algunos pasajeros extranjeros provenían justamente de algunas de ellas. La barra de jóvenes holandesas era la más bulliciosa y alegre.
Sobre la margen atlántica del Canal de Beagle, frente a Ushuaia, la ciudad más austral del planeta, conocía el espectáculo que dan las islas de cormoranes y lobos de mar. También tiene gran encanto la que aloja al pequeño faro Les Éclaireurs, el que se confunde a menudo con el Faro del Fin del Mundo. Sin embargo, este tramo del canal, ubicado sobre el Parque Nacional Alberto de Agostini, es mucho más impactante. El acontecimiento se festejaba como correspondía. Delante de cada glaciar se organizaba un brindis especial y se probaban deliciosos platos de la cocina tradicional de cada uno de los países. Por esa tarde, dejamos de ser exploradores del Mar Austral para celebrar la travesía.
La aventura en el Mar Austral y un paisaje extraordinario
El conjunto de seis glaciares se dejaba admirar y fotografiar a nuestro ritmo. Las altas cumbres, cubiertas de hielos eternos que se deslizan lenta pero inexorablemente hasta el mar en el Canal de Beagle, no ocultaban sus detalles que cambiaban con la luz. El lugar evidencia la belleza de la naturaleza en estado puro. Más allá de las exclamaciones sobrevenía el silencio. Muchos quedábamos boquiabiertos ante un paisaje tan grandioso. Y después brindábamos por ello. Creo que estos momentos preciosos, y cuando alcanzamos el Cabo de Hornos, unieron a este grupo de perfectos desconocidos. Compartimos la pasión por la aventura por Patagonia Sur de Chile y de Argentina.
Cómo llegó el Crucero Vía Australis?