Encontré a Pinocho, sentado casi sobre la vereda, delante de una hermosa juguetería de juguetes de madera, en el casco antiguo de Roma.
Estaba solo. Creo que pensaba en el viejo Geppetto, en su padre, en ese buen carpintero que soñaba con tener un hijo, y que ese hijo fuera, precisamente… Pinocho.
Tal vez esperara al hada azul, y que ella lo ayudara a encontrar el camino de regreso a su hogar.
Una pena que yo no pudiera ayudarlo.
Sólo alcancé a decirle : «Vamos, ánimo mi pequeño amigo !» acariciando su cabeza.
Y les aseguro que Pinocho… me sonrió.
Qué curioso, Elisa! Y cuánta magia conservamos dentro de nuestro corazón a pesar de los años..
Claro que Pinocho te sonrió!
Besotes !
¿Viste el filme "Inteligencia artificial"? Es la versión moderna de Pinocho, yo acabé lagrimeando.
Un abrazo
Valery
[Barcelona Daily Photo]
Que bonito el lugar, la figua, la magia….
Me gusta mucho Elisa
Que tengas un fin de genial.
Besitos¡¡¡¡
A Salto De Mata
Viajeros Sin Limite
No me estraña con lo simpática que eres ni pinocho se te resiste 🙂 Buem finde
Muy bonito lo escrito. Yo no escribo apenas en mi blog, salvo cosas del viaje, no soy tan poético.
Que divertido! Paso todos los dìas por delante suyo. un abrazo.
Estoy segura de que te sonrió,. Elisa. A veces los muñecos y las cosas tienen vida propia. Un besazo desde este continente que te ha atraído estos días.
Es que ese Pinocho tiene cara de ser un niño de verdad… Seguro que era el auténtico muñeco de Gepetto.
Un saludo.