Luego de una corta visita, puedo contarles que sucumbí a los encantos de un lugar como Saint Malo, en la Bretaña francesa. Situada en un lugar privilegiado de la costa Norte de la Bretagne, muy próxima a un destino considerado mítico – el Mont Saint-Michel – Saint-Malo es una ciudad marítima que me invita a soñar.
Dos días en Saint-Malo
Había escuchado hablar tanto de esta ciudad corsaria, la de las mareas que cambian permanentemente durante el día, la que supo no dejarse opacar por su vecina colina de peregrinación. Estuve algo más de un día, pero pude recorrerla bastante bien, cámara en mano. Y descubrir que Saint Malo tiene como lema oficial ser «Semper Fidelis», es decir «siempre fiel». Y ahora puedo decir que adhiero: espero volver a verla de nuevo.
Las mareas.
El puerto de Saint-Malo me mostró un paisaje cambiante. Tiene las mareas más oscilantes del mundo y las olas golpean la parte superior de la muralla fortificada de la ciudad antigua. Algo más tarde el cielo se mezcla con el mar profundo y se descubren las anchas playas y los puentes naturales hacia los islotes.
Se dice de
Saint-Malo, «ubicada en el cruce de todas las corrientes». En primer término resulta encantadora la vista del mar, observar esas
mareas casi mágicas, que cambian en minutos el paisaje que se está viendo. Ese ciclo sorprende al espectador, ese ir y venir de las aguas que todo lo descubre, desde una isla hasta la playa ancha para caminar o practicar algún deporte. Lo comprobé. Me alojaba
justo frente a la playa, por lo que aprecié con mis propios ojos ese ritmo constante, esa cadencia que sólo la naturaleza otorga al panorama. El cambio del nivel del mar en cuestión de un rato es impactante.
Una ciudad medieval.
Saint-Malo parece ser un destino lleno de tradición bretona pero moderno al mismo tiempo. La muralla circundante que data del siglo XII da una atmósfera única a la parte interior de la ciudad, la que se conoce como intra-muros. Las murallas encierran la ciudad antigua medieval en más de 1.700 metros. Además, es agradable observar el ritmo cotidiano de los habitantes locales, los Malouins, su modo de disfrutar en cada instante, en cada detalle de la proximidad del mar, de la playa, de la arena blanca y de la práctica de los deportes náuticos.
Es una ciudad corsaria?
Me preguntaba a menudo: es Saint-Malo una ciudad corsaria? Qué se entiende por corsario en estas latitudes? El corsario estaba oficialmente autorizado por el rey a atacar los navíos enemigos por medio de una carta librada por el soberano y después hacerse de la carga…
Pero en esta corta visita, no encontré la respuesta a mi pregunta.
Saint Malo Intra-muros
Dado el despliegue de muros y de torres, la ciudad tiene una silueta fuera de lo común. Saint-Malo posee la ciudad medieval en el interior del bastión, atravesada por sus calles estrechas y encantadoras. Junto al murallón se encuentra el gran puerto de pesca y deportivo. Del otro lado de la villa intra-muros hay numerosos barrios cuyos edificios de dos plantas son elegantes y con aires ingleses. Éstos se extienden sobre la larga playa du Sillon. La avenida costera ofrece vistas panorámicas sobre el mar y las fortificaciones que se suceden. El paisaje es maravilloso.
Las maravillosas playas de Saint Malo.
Pude disfrutar de las vistas tanto a la hora de la marea baja como a la de la marea alta por supuesto. Éstas no son sorpresivas. Llevan un ritmo que es conocido por todos: habitantes y marinos. El fenómeno me resultó, de todas maneras, sorprendente. Di algunos paseos a la orilla del agua mientras los veleros y las carreras de tablas a vela se sucedían en el horizonte. De pronto, una ola dio un golpe, como una señal de alarma. Se daba fin al paseo por la arena. Volví al hotel antes de cenar, salí momentos después y… hop! El mar, alto, casi bañaba los muelles.
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Las mareas de la bahía de Saint-Malo están entre las más importantes de Europa. En Argentina, estos movimientos constantes de las mareas no son para nada comunes. Ese día en Saint-Malo, mientras la arena se secaba, se podía acceder a la Islas del Grand Bé y del Petit Bé. La chaussée du Sillon, que daba al hotel en donde me alojaba, llegaba hasta el castillo. Estos lugares se vuelven accesibles a pie en el momento de la marea baja. De pronto los islotes están a la vista. El paisaje es magnífico.
Cuando paseaba por la bella ciudad histórica intra-muros y caminaba sus callejuelas, observaba sus monumentos. No imaginaba que la mayor parte habían sido reconstruidos después de la batalla que expulsó a los alemanes en 1940. La catedral de Saint Vincent, en la plaza Jean de Châtillon resultó muy dañada.
Las playas malouines se revelaban muy extendidas y anchas cuando se descubrían por la marea baja. En muchos lugares se ven esas cercas de madera encadenadas, suerte de mojones, y que forman parte del paisaje de Saint-Malo. A menudo, la silueta alejada del faro se recortaba orgullosa sobre la línea del horizonte. Tamién encontré el gran Hôtel des Thermes y caminé a lo largo de la Grande Plage llegando a la punta de Rochebonne y la playa de Minihic para disfrutar de uno de los mejores puntos de vista sobre la ciudad corsaria. El panorama sobre la bahía es sublime.
Art-de-vivre
Para completar esta primer lista de cosas que amé de Saint-Malo, debo mencionar el ambiente cordial, alegre y elegante. Y una suerte de alegría de vivir de sus habitantes. La manera encantadora en la que disfrutan del mar, de las playas y de la gastronomía. Parecen estar orgullosos y felices de vivir en una bella y antigua ciudad a orillas del mar.
Saint Malo… esta fue mi experiencia durante una muy corta estadía.
Saint Malo
Bretaña
Francia
Muy hermoso , abrazos