La última vez que estuve en California, descubrí San Luis Obispo entre pueblos bellísimos que se sucedían los unos a los otros como las luces en un caleidoscopio. Esa región está llena de lugares especiales. Cada tanto aparecía un nuevo paisaje recortado sobre el cielo azul de verano. La brisa fresca acompañaba el recorrido que hacíamos por las carreteras.
Guiados por la ilusión de sentirnos protagonistas de un road-trip, uno digno de la pantalla grande. En un cambio constante, al panorama de las suaves colinas y de los amplios valles le sucedía el del mar y de los acantilados abruptos. De todo eso, y más, mucho más, nos hablaba la bella California.
Casi como siguiendo una tradición en los valles californianos está también la degustación de vinos y de otros productos artesanales. Acercarse a la gastronomía es otra de esas actividades que deleitan a los visitantes. Los alrededores son de una gran belleza. Vale señalar que las colinas y los valles son los que dominan el entorno de SLO. Sí, porque así, simplemente, con esa sigla, es como se la conoce.
Como muchas otras de California, esta es otra ciudad caracterizada por un cierto «arte de vivir». Urbana pero campestre, SLO parece equidistar entre la cultura del surf, la de los antiguos cowboys y del arte de los chefs californianos. San Luis Obispo es un gran lugar para disfrutar de un día o para instalarse.
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