Mis queridos lectores lo saben: amo los mercados callejeros. Hoy los invito a que hagamos un paseo por el antiguo Union Square Greenmarket. Los mercados en las calles y en las plazas tienen un encanto muy especial. El principal atractivo son la colección de productos frescos. El otro es la posibilidad imperdible de aprender más sobre la gastronomía de los lugares que visitamos. Y éste está en una de mis ciudades favoritas: Nueva York.
El Union Square Greenmarket se instala, por suerte, varios días de la semana. Son los lunes, miércoles, viernes y sábados, durante todo el año, de 8hs. a 18hs. O sea, no hay excusas para no pasar a visitarlo. El lugar, la Union Square, es otra de las plazas animadas de la ciudad. Dado que era un poco el lugar de paso obligado en mi estadía, una mañana de sábado di una vuelta para conocer el famoso mercado de productos frescos, pero también de flores, que completan uno de los paisajes urbanos más coloridos. Situado sobre los lados norte y este de la Union Square, sus pasillos están colmados de productos llegados directamente desde las granjas. Es fácil reconocer el mercado cuando se instala.
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El
«mercado verde« es un auténtico mercado de los agricultores de la zona que empezó a reunirse allí en 1976 con un pequeño grupo y fue creciendo en importancia de participantes y de visitas, dando gran impulso a las economías regionales. La atmósfera del mercado es ecológica y, por lo tanto, saludable. Los clientes fijos u ocasionales podemos llenar nuestros canastos con frutas y verduras de estación. Pero también hay oferta de dulces, miel, panes, hongos frescos, jugos, quesos o pastelería. Me detuve a comprar
madeleines de manzanas y algo de sidra artesanal. En la mayoría de los estantes hay pequeñas porciones de los productos para degustar.
Todo es delicioso.
El
mercado posee también rincones donde se instalan anticuarios y coleccionistas de libros o vinilos. También hay ropa, accesorios y
vintage. Y la plaza tiene lugares para el descanso o el esparcimiento. Me encanta encontrar un lugar y sentarme a descansar, o a comer algo que compré previamente en
Whole Foods allí enfrente, sobre la 14th, y rodeada de ese ambiente especial,
so New York. Disfruto el simple hecho de estar ahí, observando a quienes pasan, y me siento una más. Al final, no dejo la plaza sin comprar un ramo de flores perfumadas.
Y recuerdo que no me iba sin saludar a la estatua de
Andy Warhol ubicada a metros de su famoso estudio
Factory. Era un poco el padrino del distrito. Pero la última vez que estuve, no recuerdo haber visto la escultura de
Rob Pruitt. Espero que siga estando allí.
